Nocturno de Día

miércoles, noviembre 24, 2004

Ilusiones

El cielo es tan azul que ciega la vista si se le mira demasiado. Entre las hojas de los árboles se cuelan pequeñas lanzas de luz que se estrellan contra la negrura del asfalto. Hay un silencio pesado y espeso rodeándolo todo y las hojas de las ramas han comenzado a buscar refugio en el suelo.

Dos pasos o tal vez tres; la distancia entre la luz y la oscuridad es más o menos esa. Una línea perfecta corta en dos la superficie metálica y en el suelo danzan las sombras de los árboles en un vaivén casi balsistico . A pesar de que no hay música se puede escuchar algo que bien podría serlo.

De pronto las imágenes se confunden y mezclan entre sí. El tiempo parece detenerse en el momento justo en que el sol comienza a asomarse tras el muro de concreto. Finísimos rayos de luz comienzan a golpearte el rostro y a calentarte la piel de la cara. Frunces el seño en un acto reflejo tratando de que la luz no lastime tus ojos. El brazo hasta hace unos instantes inmóvil adquiere fuerza y se alza hasta colocar tu mano frente a ti. Los finos rayos de luz se estrellan ahora sobre el dorso y sientes como lentamente se calientan tus dedos.

Deslumbrado por el reciente acontecimiento la realidad se ha vuelto un mar de bultos oscuros sin forma. Las hojas sobre el asfalto se funden con éste y la línea que dividía la superficie metálica ya no es sino un recuerdo detrás de la cajita de la memoria.

Otra vez la sensación de no-realidad vuelve, pero esta vez con más fuerza que antes. El cielo es lo único que aun puedes distinguir tras la silueta de palma extendida frente a tus ojos, y es precisamente ese “cielo” el que abre la dichosa caja de los recuerdos y la tumba sobre la realidad. El silencio es el mismo y el viento revienta sobre tu rostro justo como no lo recordabas hasta ahora. El olor del invierno anunciado penetrando por cada poro de tu piel comienza a desatar la extraña vuelta de ideas sobre el tiempo.

Envuelto en algo que ya no es la realidad tangible de la cual participabas pocos segundos atrás, comienzas a dejarte llevar por el movimiento de tu mente. Las calles están ahí de nuevo, los autos andando su viaje sin fin, el disco del sol cayendo en el universo sin que nadie parezca interesado, el tiempo instalado de nuevo en su riel inevitable. Las cajas de galletas y los adornos navideños del supermercado pintado de rojo cada rincón y cada espacio, su mano que toma la tuya en su habitual reconocimiento. El silencio del mundo callándolo todo. Tan solo el espacio que hay entre sus labios y los tuyos parece dar fe de la existencia. La mirada llena de alegría y tranquilidad. Todo reducido al momento del beso y luego, construyendo caminos a cada paso se alejan juntos de nuevo. Bajo las sombras de los árboles que danzan en un movimiento casi balsistico. Las hojas que buscan refugio en las tapias húmedas. Las lanzas de luz que se cuelan entre las ramas estrellándose en la negrura del asfalto.

Sientes que dentro de ti el pequeño saco de piedras azules se llena lentamente. Los ojos aun cerrados no terminan de comprender por qué has comenzado a llorar con la mano aún frente a tu rostro. La realidad se desvaneces dejándote nuevamente en esta no-realidad a la que te has acostumbrado. Te levantas lentamente. El muro se yergue otra vez frente a ti, tan estoico y fatal como otrora. La línea sigue cortando la superficie de metal perfectamente a la mitad. Instalado nuevamente sobre el tiempo perdido, caminas esperando perderte en algún otro recuerdo.

oscuridades

El sol está detrás del biombo, poniéndose el maquillaje como esas mujeres de las películas viejas. La habitación luce diferente a esta tarde. Miro el cielo raso y no alcanzo a distinguir si las manchas de humedad son verdes o rojas; tal vez son naranjas, están por todos lados.

De pronto me siento dentro de un cuadro impresionista lleno de manchas de colores dibujando un lugar que jamás he visitado. Trato de cerrar los ojos y no pensar en esto, pero aquí todo es confuso.

El destello de la luz del faro que ilumina la calle te dibuja por encima de este bosque de sombras, que a fuerza de costumbre me he empeñado en llamar noche. Te recorro sacándote de entre la oscuridad, como un niño pequeño que busca entre el frasco sin poder mirar dentro, porque es demasiado grande como para bajarlo de la repisa con la fuerza de un niño pequeño, que busca no sé qué dentro de un frasco en lo alto de una repisa.

Me alejo temiendo que la excesiva confianza de este niño que me invade, termine por tirar de lo alto el frasco y acabe por despertarte del sueño; que ahora debe tornarse algo ridículo porque noto una sonrisa algo tonta y dulce sobre tus labios.

Trato de encontrar los cigarrillos entre toda esta confusión y obstáculos. El ya conocido lugar es ahora una selva en la que no encuentro un camino adecuado. La silla se presenta lejana como una montaña de blancas alturas y este enmarañado suelo resulta infranqueable. Pero al fin logro llegar y comienzo a sentir pena de mi mismo; quién pensaría que estas cosas me causarían tal sensación de triunfo. El cigarrillo ilumina el muro mientras miro la calle vacía.

No puedo mirarte, no ahora. La imagen tuya sobre la cama aparece en mi memoria, tan terrible, que un solo cambio en ella derrumbaría todo.

Entonces vuelvo al cigarrillo quemándose entre mis dedos, manchados por el polvo del marco de la ventana. Afuera el mundo respira, puedo sentir su vaho tibio colándose por el resquicio de la puerta, tratando de entrar por el borde de las ventanas, intentando aplastarnos porque no soporta que estemos aquí, fuera de su realidad absurda.

El tiempo ha pasado o se ha detenido; la verdad es que no lo sé. Tal vez este sea el ultimo cigarrillo que queda en el paquete, o tal vez la ultima bocanada del primero se ha extendido largamente hasta confundirse en el tiempo. Pero las luces de la tienda de la esquina comienzan a iluminarse ya. El tiempo me ha jugado otra mala broma de nuevo. Pero es que siempre hemos sido eso, bromas del tiempo. Sombras que la luz del cigarrillo deja sobre los muros por un instante. Amantes o simples desconocidos reencontrándose .

Es tarde para confiar de nuevo en el placer de la memoria. Sé que no estarás como te he dejado sobre la superficie de mi mente, que algo habrá cambiado ya. Tal vez tu mano no esté más sobre tu vientre o la sonrisa de tu cara no será la misma, no lo sé. Pero igual te miro de nuevo solo para estar seguro de que no te has desvanecido como otras veces con el brillo del día sobre tu piel. Sigues ahí, aunque no eres la misma. Tu sombra sobre las sábanas reclama su lugar en tu existencia, te da forma y te introduce al mundo real. Y es que siempre hemos necesitado de la oscuridad para encontrarnos verdaderamente. Tu con tu cara de luna yo con mi rostro de fuego rojo. Pero esta iridiscencia no me permite verte aunque... te miro.

El día crece y pronto la gente comenzara a invadir las calles. Tomaré mi ropa antes de que despiertes del sueño y saldré antes de que alguna de esas personas diga mi nombre para saludarme. Estoy seguro de que estarás bien bajo la luz del mundo. Mientras tanto esperaré encontrarte cuando el grillo comience su canción.

caminos y soledades

Aun conservo esos pasos de invierno que dábamos hace tiempo.
En las tiendas las cajas de besos están llenas de ceniza,
como urnas de cuerpos abandonados y sueños rotos;
y la gente se pasea con sus caras grises todo el día .

Bajo las viejas nubes ya no estamos juntos paseando soledades.
Me digo a mi mismo lo que escucho cada día.
Y por las ventanas sufren los días el otoño que pasa.
Se extiende el olvido entrando bajo las puertas y los espejos.

La gente no entiende por qué me aferro a mis realidades,
me piden que hable, que acuda aunque no me llamen.
me ponen sonrisas que detesto y palabras en los bolsillos,
y se sientan todos juntos a contar suspiros y semillas.

Me pongo mi traje de hombre y salgo a juntar murmullos,
pequeños secretos que caen de los ramajes y los techos.
Los guardo todos en un saquito de color de manos
Para luego dejarlos sobre aquellos caminos que hemos andado

Cuento uno, dos, hasta tres y avanzo dejando rastros,
pero se duerme el día y habrá que hallar algún rincón del mundo.
Secos los ríos esperaré que llegues volando.

lunes, noviembre 22, 2004

Los viejos ...

¿Puede ser que una cosa reviva otra que pensabas muerta hace mucho?. Parece que hay ciertas páginas que provocan cierta reacción en la realidad tangible de la cual no puedo escapar. Un asesino conocido se ha colado a través de la coladera de los recuerdos hasta convertirlo todo en una vieja imagen que no recordaba con precisión. Y a pesar de que me esfuerce por no recordar tambien ese viejo sentimiento, ahi esta de nuevo.

viernes, noviembre 19, 2004

finales

El tiempo es algo que de pronto se vuelve obsoleto y a la vez desquiciante. Podría pasar un instánte eterno frente a tus ojos y me parecería el momento justo de morir. Pero siempre llega el final y desafortunadamente esta vez he sentido que es cierto.

jueves, noviembre 18, 2004

Nomás no vayas a llorar

Entonces piensas: ¿qué demonios he hecho?. Obviamente no hayas una respuesta que pueda satisfacerte del todo. Mientras caminas esperando que nadie note el tono rojo de tu rostro sigues sin saber si reír de felicidad o enfurecerte por imbécil. Igual sacas fuerza de algún lado para no mirar en dirección suya.
Pero como las penas con el alcohol son menos penas, te vas con tu mejor amiga a beber: El lugar esta infestado de hombres de edad avanzada y jóvenes "pseudoestudiantesuniversitarioscomoyo" y aun sigues pensando en la barrabasada de la tarde. Tomas un poco y después de un rato comienzas a sentir las "hormiguitas" en la razón y aun con las ideas revueltas en la cabeza sales a buscar mejor suerte en otro lugar.
Pero si la ciudad es una mierda, piensas parado frente al espléndido Palacio de las Bellas Artes oliendo el fétido vaho de una coladera capitalina. No hay dónde esconderte. Cada rincón es como un pequeño espacio donde el mundo te señala y juzga. El conductor de "micro" se estaciona en doble fila en el eje central "Lázaro Cárdenas" (¿irónico no?) y fomenta el desquicio popular de automovilistas enfurecidos y hartos. Pero igual te trepas como puedes al siempreglamoroso "micrín" y confías de todo corazón que el conductos igualmenteglamoroso no te vaya a matar.
Después de hacer algunos "deltoides" en un block de papel marquilla el tiempo parece como volar. Tomas tus cosas lo más rápido posible y sales rogando a todos los cielos que haya transporte público para tu casa. Pero como "hay un Dios" jajaja, afortunadamente encuentras medio de transporte.
Te postras en uno de los asientos desocupados, afortunadamente es uno de los que están junto a la ventana porque si no te "mareas". El sueño casi hace presa de ti pero el recorrido es corto y no hay tiempo de nimiedades. Avanzando por avenida Ceylan, esta casi a punto de subir al puente que baja en Granjas y al mirar por un lado del Micro, observas la ciudad completamente iluminada por las luces que a penas hace poco comenzaron a encenderse. Y mientras tanto en tu mente te haces ésta pregunta: ¿Cuál de todas esas luces será la suya? y sabes que allá al sur de la ciudad está esa persona que te ha quitado el pensamiento todo el día. "Nomás no vayas a llorar". Saludos persona.

martes, noviembre 16, 2004

Despedidas

Poco a poco he ido aprendiendo a vivir y a crecer, a morir cada día. Las calles conservan su habitual sabor a viejo a pesar de sus disfrases y hay cierto murmullo de olvido danzando entre los árboles.
La visión del "mañana" se vuelve borrosa y casi extinta, aunque sé que el sol saldrá como siempre por su mismo rincón del mundo y morirá luego tras ese horizonte que no conozco.
Se acerca el "tiempo" y es casi algo que puede tocarse con la punta de los dedos. Se van dejando atrás los días, como flores marchitas en un florero sucio y viejo. Toda esa memoria ha invadido de nuevo nuestra mente y sin embargo aun es tiempo de sonreir y besar. Queda tiempo aun para un secreto bajo las sombras y algún beso perdido entre los muros. Queda algo que había olvidado en algún sueño o en algun asiento de cine. Quedan instántes que con gusto volvería eternos por mirar tus ojos y escucharte, aunque esa eternidad durara un momento.

lunes, noviembre 15, 2004

Días de fiesta en la ciudad

Es domingo por la tarde, y parece que el día esta en contra de todos. Las nubes sobre el cielo amenazan la fiesta de la gente; que sin embargo sigue llenando cada vez más la calle invadida de juegos "mecánicos" y puestos de comida. Suena una banda de musica en el atrio de la iglesia pero nadie parece notarlo. Se prepara el sonido y comienzan a darle forma al "castillo" de fuegos pirotécnicos. No se ve un solo puesto de huevos de confeti u harina como otrora y en cambio abundan las latas de espuma multicolor de algún país asiático. Y ninguno de ellos debe notar la diferencia cuando se lanzan copiosamente la cosa aquella unos a otros, embarrando a algún inocente despistado que cruzó sin poner atención.
De las luchas y el box solo queda una tarima de madera vieja y algunos ancianos nostálgicos que rememoran sus tiempos mozos parados en circulo, cada cual con su chamarra de algún equipo de beis mexicano. El palo encebado luce cual reliquia prehispánica clavado en medio de la banqueta y parece que nadie sabe para que sirve.
Poco a poco el sol comienza a dar más vida a lo que todos esperan. Las luces de los armatostes metálicos se prenden poco a poco dejando a los asistentes deslumbrados y con una sonrisa de embelezamiento casi increible. Las parejas caminan tomadas de la mano o abrazadas de la cintura, son felices y dudo mucho que sepan la causa de esa "felicidad". Compran pulseras de luz fluorecente y aparatos que destellan en una amplia gama de colores que funcionan con baterias "AA". Los puestos de comida comienzan a despachar los "hot cakes" y las "banderillas", las fresas con crema y los "jarritos locos" con un chorrito de "piquete" ilegal por unos cuantos pesos más. El sonido de los animadores de los juegos ensordecen a la gente haciendo gritar a los mareados comenzales (jaja) y sonando canciones de "moda" entre el populacho. Se lanzan los primeros dardos contra las paredes de globos rojos, verdes, rosas y amarillos entre otros. Las canicas ruedan sobre la superficie ahuecada y enumerada que promete premios "grandiosos" para aquel que tenga el presupuesto adecuado. Los más osados y valientes suben al monstruo que gira y gira dejando a todo el mundo con la sensación de mareo, más en los bolsillos que en el estómago.
Y mientras pasa esto me pregunto ¿Dónde quedó aquello que recordaba?. Los antifaces de diamantina y los sombreros de ada madrina han desaparecido tras las máscaras de plástico de algún personaje de caricatura japonesa. No se escuchan las marimbas ni los mariachis en las casas donde las familias comen arroz y mole verde.
Mientras la noche sigue tomando poseción de todo y todos, se encienden los fuegos y saltan al firmamento tiras de encendidas colas que anuncian el evento principal. La gente se aglutina y empuja para obtener el mejor lugar posible sin ser alcanzado por un cohete perdido o un mal funcionamiento de alguna figurilla encendida. Las coronillas giran y alzan el vuelo iluminando el cielo oscuro por un instánte. Se escucha de pronto un tronar de pólvora y sube el fuego hasta donde debe hacerlo. Las chispas alejan un poco más a la multitud que creía estar a salvo y comienzan a girar las figuras de frutas y cruces incandescentes. Sigue así la fiesta durante unos minutos. La gente grita y las coronillas siguen subiendo. Las chispas alcanzan a algunos y otros somos menos desafortunados; de no ser por los constantes pizotones y codazos. Al final un helicóptero enciende motores y se ilumna con algún químico incorporado a la pólvora de un color verde perico muy deslumbrante, y luego alza el vuelo hacia un cielo aún nublado. La gente vitorea porras en honor al "santo patrono" y gita de horror cuando aparece "El torito". Corren esquivando las chispas y los estallidos, los niños lloran con tanto ruido, y las madres corren de un lado a otro. Algún valentón un tanto "alegre" se enfrenta al animal de cartón y fuego, y cae al piso más rápido que "Fidel" incorporándose de inmediato con cara de anonadado. De pronto el cielo es iluminado por cohetones de diversos colores arrebatándo un "Ahhh" del contingente asombrado. El movimiento en la calle se hace lento debido al estancamiento de gente en ciertos puntos. Pero aun conserva la gente su sonrisa y su felicidad insólita; aunque por dentro saben que todo aquello acabará, como en un cuento de hadas, dentro de pocas horas cuando el reloj apunte al norte.
Bailan al ritmo de alguna canción "sabrozona" las parejas. Se calienta el ánimo de algunos, se desahoga el de otros. Unos cuantos terminaran durmiendo esta noche en los separos de algún ministerio publico por "faltas a la moral" o "desorden público" gracias a la siempre oportuna presencia de la policía de seguridad pública del DF. Tomaran refrescos y subiran a algún juego de consecuencias poco convenientes. Pasarán la noche con su felicidad llena de luces y ruido, y baile y fuegos artificiales...tan artificiales como la triste realidad de que salvo algúnos pocos y raros especímenes ninguno de ellos sabe que murió Arafat o que se aprovó el presupuesto para el 2005. Dormirán su sueño tranquilo para olvidar, como sucede cada año, que aun hay "pueblos" dentro del Df que pese a todo y todos, luchan por conservar una "tradición" que hace mucho tiempo apesta a muerto.

sábado, noviembre 13, 2004

Abu Ammar

Hace dos días después de una maratónica noche de copas y un descanso incipiente de 4 miserables horas, me dirigí a la escuela nacional de artes plasticas como de costumbre a muy tempranas horas del día.
El viaje en metro; que ya para ese momento emanaba su habitual olor a caldo humano, resultaba una agónica prueba para mi pasciencia y mi naríz. Al bajar en la estación de Pino Suarez recordé haber visto junto a una de las escaleras de salida un puesto de periódicos que sin duda a esa hora aún debía tener "La Jornada" entre sus volúmenes diarios de periódico matinal.
No pude recordar cuando había sido la ultima vez que había comprado el diario, sin embargo me llenó de una inusual satisfacción tener de nuevo en mis manos aquel vulto de papeles enpáginados.
Me tomó por sorpresa la imágen y título en el encabezado del periódico "Falleció Arafat" y la fotografía de un Abu Ammar(nombre de guerra de Arafat) alzando el brazo con la "v" de la victoria formada por sus dedos. Una imágen de Fox vino de pronto a mi mente, pero demasiado rápido sentí pena de mí y reí un poco antes de regresar al encabezado.

No podía creer aquello, y aun sin ser un adicto informativo de los sucesos mundiales, la noticia me pareció sin duda una catástrofe de la cual poco podía entender sin investigar un poco acerca de los conflictos Isrrael-Palestina.
Abrí el diario y en las páginas primeras las noticias nacionales me parecieron una mala repetición, absurda y gastada. Artículos retóricos que me dejaron un sabor de verguenza y hastío, y tambien de empacho informativo. Entonces había olvidado un poco la noticia aquella que había atraido mi atención en principio y seguí hojeando las paginas en busca de algo más alentador.
Asi pasaban los minutos, y se incrementaba esa sensación vomitiva en mis entrañas. De pronto otra "mala" noticia, una esquela del fondo de cultura económica de más de media página con el comúnicado de que había muerto Mauricio Achar (fundador de librerias Gandhi), y no pude más que sentir como un extraño vacío en el estómago. Y es que a pesar de todo ese hombre hizo más que la SEP en los ultimos años por fomentar una cultura de lectura entre los mexicanos.
Regresando a las noticias de ese día, todo seguia por el mismo rumbo, qué si Bejarano, que si el "Peje", que si el petróleo, que si los legisladores, que si el presupuesto fiscal que si Bush y su abogadillo "américo-mexicano", que si el Cruz Azul, que si el "conejo". Y despues de un buen rato de escrutinio minucioso llegué hasta la sección de "mundo" donde me invadió una curiosidad poco común; y es que ese tipo de nombres como Fidel Castro, Hussein, Putin, Osama, Arafat, etc.. hasta para mi significan algo, en menor o mayor medida y ciertamente sin dejar a un lado la enagenación mediática de la que soy víctima día a día en los noticieros nocturnos.
La muerte de Arafat, uno de los más importantes símbolos de la lucha Palestina por el reconocimiento de un estado propio, había muerto a los 75 años de edad en Paris. El mundo volteó de nuevo a medio oriente, a los territorios controlados por el estado Isrraelí, quien sin duda estaría festejando en ese momento la muerte de Abu Ammar (Arafat), quien durante cuarenta años había personificado la lucha del pueblo palestino contra la invasión Isrraelí, quienes según los palestinos no tienen derecho histórico de vivir en esas tierras (en lo cual concuerdo).
Arafat quien vivió la invasión de Palestina por los israelíes en 1948 desde El Cairo. Que comenzó a destacarse en la lucha de su pueblo contrabandeando armas en 1945 para luchar contra los británicos. Combatiente en la guerra árabe-israeli en Gaza. Estudiante de ingeniería en la universidad de Faud de El Cairo. Pulicó la revista "Nuestra Palestina" en 1959 y tambien fundó el movimiento de resistencia palestino Fatah. Presidente de la OLP (Organización para la Liberació de Palestina). Exiliado en Líbano y pronunciador de la famosa frase "He venido portando un ramo de olivo y un fusíl de revolucionario, no dejen que el olivo caiga de mi mano". Rafugiado luego en Tunez tras la invasión Israelí en Libano. Hombre dedicado a la lucha de un pueblo acosado por un gobierno impuesto desde muy lejos al norte de américa. Merecedor del premio Nobel de la Paz por los Acuerdos de Oslo; que sin embargo no llegaron a la culminación de un estado "real" Palestino. Lider de un pueblo dividido que anhela lo que por derecho le pertenece. Figura politica de un enorme peso incluso después de muerto; y es que es indudable que los palestinos admiraban o odiaban a este importante personaje de la historía del mundo. Luchador incansable víctima de diversos atentados. Un hombre que al final no pudo ver realizado su sueño de un estado palestino independiente quien fue alcanzado por los defectos del hombre con poder y que sin embargo dió esperanza a un pueblo que necesita, ahora más que nunca, una figura en quien creer.

Desde mi pequeño rincón del mundo siento pena, sin embargo es una pena que no puedo (y quiciera) compartir con los palestinos. Resguardado desde la seguridad de mi gris realidad capitalista, alienada, postmodera, neoliberal y dependiente, además de mexicana del casi 2005. Observo como el mundo moderno se tambalea aunque sea un poco. Las voces de varios gobiernos alrededor del mundo surgen de pronto en busca del reconocimiento del sueño de Muhammad Abdul Raouf Arafat al Quwda al Husseini de un Estado Palestino. Y sé que sin embargo el tiempo se encargará nuevamente de llevarse todo consigo, para nuevamente colocarnos en la oscura realidad que poco a poco se hace más clara y evidente "El mundo" se está acabando.

domingo, noviembre 07, 2004

Tercer sueño

A penas había amanecido, pero incluso dentro de su sueño pudo sentir la presencia del nuevo día sin que nadie se lo hiciera saber desde el mundo de afuera. Cuando abrió los ojos el sol a penas comenzaba a asomarse detrás de los montes, convirtiéndolo todo en sombras y figuras pesadas. Fue entonces cuando supo que la realidad estaba comenzando de nuevo.

Siempre imaginó que cuando soñaba el mundo se convertía en algo distinto a lo que conocía y al igual que ella se convertía en un ser nuevo, alejado de las limitaciones humanas y físicas que fuera la obligaban a vivir atada al tiempo y a los días.

Cepilló su pelo como cada mañana antes de salir y caminar hasta la cocina, donde su madre estaría de pie frente al fuego, preparando algo de comer con sus manos gruesas y llenas de pequeñas manchas. Miró a su madre sin decir nada, jaló la silla y se sentó sobre ella sin dejar de mirarla. La mujer movía las manos como antes, de un lado a otro en su viejo ritual de reconocimiento. Entonces sintió que algo detrás de ella comenzaba a calentarle el lomo. La luz de la mañana estaba decidida a invadirlo todo, ya había arrancado por completo las sombras del jardín y ahora quería apoderarse de las sombras de la casa e incluso de su propia sombra. Echó una mirada detrás suyo, la luz avanzaba lentamente haciendo bailar diminutas partículas de polvo a su paso, volviéndola pesada y espesa; como aquella masa que su madre preparaba de vez en cuando para hacer pan. De pronto llegó a ella la extraña sensación de que si su mano arrancaba un pedazo de esa pasta de luz podría probarla. Entonces extendió su brazo hasta el límite donde la sombra aun se renunciaba a morir aplastada por la mole resplandeciente de luz material. Extendió su mano aun sin hacer contacto y cerró sus ojos con fuerza, temiendo que al tocarla la fuerza de su arrastre se la llevara consigo. Tomó el valor necesario para atestar el golpe, y en un movimiento rápido y circular sumergió su mano en la luz. Entonces mientras sus ojos aun permanecían cerrados pudo sentir la piel del inmenso elefante. Solo por un instante sintió su gruesa epidermis de paquidermo iridiscente sobre su piel de niña. Sintió el arrastre del tiempo sobre la espalda del gran animal, entrando lentamente por la ventana de la cocina donde su madre preparaba algo de comer. El animal; que ahora sabía no podía ser una masa a la que se le pudiera juzgar por su sabor, aplastaba a su paso las sombras bajo su pesada carga de infinitas eras.

No pudo saber entonces cuanto tiempo había pasado, pero aun sus ojos permanecían cerrados cuando todo comenzó de nuevo a retomar su real existencia. Primero el sonido del viento matinal sobre los árboles llenó el vacío que se había formado en su mente. Sintió de nuevo la forma exacta de su cuerpo y su pies sobre el suelo, el calor del día sobre la piel de su brazo y su mano vacía, y la luz que poco a poco comenzaba a entrar por sus ojos mientras los abría lentamente. El tiempo instalado de nuevo sobre los rieles del universo, el mundo cayendo sin remedio en el vacío y el olvido... El elefante destruyéndolo todo a su paso.
Tomó el desayuno rápidamente, temiendo que de un momento a otro el inmenso animal se la llevara tras su inevitable paso. Cuando terminó corrió de nuevo a su habitación para observarlo mejor y así quedó mirando aquel espectáculo que seguramente nadie había visto jamás. Casi podía sentir como su casa era jalada por el terrible monstruo, pero esta resistió bien como lo había hecho siempre desde que habían llegado a vivir ahí: Entonces supo que había que salir.

Entonces la vida se desenvolvía bajo la panza del gran animal. Y pasó el tiempo mirando desde el jardín como se alejaba su pesada figura, convirtiendo todo a cada movimiento. Su sombra redefinida constantemente al deseo implacable de la criatura. Tomó una piedra entre la palma de su mano y trató de golpearle la barriga, pero a cada intento la roca nunca llegaba hasta él. Entonces notó que el animal comenzaba a hundirse en lo profundo del horizonte y poco a poco las sombras que habían buscado refugio comenzaban a salir de sus escondites para reclamar nuevamente lo que les había sido arrebatado durante el día.

Entró a su casa guiada por la voz de su madre que esperaba junto a la puerta. Corrió hacia ella y la miró entrar y perderse en ese mar de luz artificial en que se había convertido el interior y antes de entrar escuchó por un segundo al animal gimiendo en el limite del mundo, conquistando otras tierras y otras realidades. Lo miró hundirse tras las sombras que lo seguían incansablemente hasta que el silencio se apoderó de todo. Regresó a la cocina y miró la ventana que se había cerrado a ella misma para evitar las imágenes de fuera. La rana y el grillo habían comenzado ya su canción nocturna y mientras Magalia dormía soñó que montaba sobre el lomo de un elefante de luz.

El inminente invierno

Por la mañana supe que algo había cambiado. No fue solo ese cielo azul ni esas nubes como rasguños sobre el firmamento. Había en el aire algo parecido a un lamento y en el clima un frio de catedral abandonada. A pesar de que el sol iluminaba más de lo habitual aquel frio comenzaba a meterse dentro de mí como si quiciera llegar hasta lo profundo de mis huesos y congelarme desde ahí hasta matarme de frio. Miré por un momento la situación y no me di cuenta de cuando había muerto el otoño.