Nocturno de Día

jueves, mayo 08, 2008

Quieto.

Sin fiarme de la aparente calma de los árboles pasaba rapidamente esquinas silenciosas de calles opacas, no reparé en ninguna piedra de suelo, en ningún metal de asfalto posiblemente memorable y todas las puertas eran la repetición de algo viejo y absurdo, algo incontrolable en el fondo sucio de algún rincón de mis memorias gastadas, talladas contra las paredes en busca de algo que no se muestra jamás. La luz empobrecía el paisaje de varias jacarandas contra el sol, busqué de nuevo en el horizonte la señal inequivoca de tu cercanía, pero solo asomaban a lo lejos las luces ámbar del alumbrado público. Las nubes disimulaban su sombra contra las casas, aves anónimas tomaron el silencio para hacerlo añicos y un bullir de cantos inundó la tarde, te busqué tras mis empobrecidos pasos hasta abandonar cualquier esperanza, quieto ya sobre mis piernas estáticas comencé a extrañarte.