Nocturno de Día

viernes, marzo 04, 2005

Juegos mentales

Jueves, 1:30 de la madrugada, el telefono suena... una vez...dos veces; el sonido te quita el sueño, pero confías en que alguien contestará. Suena de nuevo...tres...cuatro, dejas la cama de golpe. Van a colgar; piensas. Sales en medio de la oscuridad; los pasos torpes que buscan el punto de apoyo y allí está, el aparato buscado aparece y de pronto otra mano toma el cacharro. -Bueno- se escucha un silecio; si tal cosa es posible, del otro lado no hay respuesta. Es casi una masa espesa que trata de atravezar la bocina cuando de repente el sonido conocido de que la otra persona ha colgado desde el otro lado de la noche irrumpe suavemente en los intervalos de siempre. -Quien era- preguntas aunque la respuesta sea más que obvia, pero solo hay que asegurar la realidad...darle un buen lugar donde aterrizar para que no caiga tan de golpe, tan de prisa aunque siga siendo la misma.-No sé colgaron-. Regresas a la cama intentando reparar el sueño robado, pero dentro sabes que no podrás, que el sonido del telefono seguirá ahi resonando en las paredes de la memoria. Una vez...dos veces...tres...el sueño robado....cuatro...despertar...cinco...la voz...el sonido...una...dos...tres...cuatro...ad infinítum. El silencio del otro lado de la bocina...del otro lado de la noche queda así, mudo, tenso, perturbadoramente real, y la dimensión de algo tan pequeño se convierte en un monstruo de mil tentáculos que atrapa tu mente. Una tina llena hasta el tope y el agua que sigue saliendo por la llave, la superficie llega a sus límites y de pronto una gota, una sola basta para hacerla desbordar, en cualquier punto...generalmente el más débil, el más vulnerable cede al implacable juego de la imaginación y comienza a derramar a chorros por todos lados. Podrías cerrar la llave, pero no, miras como poco a poco se convierte en inevitable y tormentoso...no hay escape, el daño está hecho, aunque nadie lo haya hecho. Basta con un sonido repetitivo del otro lado de la bocina para hacerlo, aunque esto solo pueda saberse siendo quien está en el otro lado, donde no hay silencio, donde quedan los residuos de algo que no fue, el sielncio entró y ni lo notamos, la masa cruzó y desbordó por toda la casa, pero igual nadie lo nota, nadie sufre lo suficiente para hacer conjeturas y pensar posibilidades, han regresado a su pedazo de tiempo, a su sueño resguardado y ya habrán olvidado el silencio que sin saberlo se coló por cada resquicio, una plaga de la cual no puede librase uno con simple insectisida o trampa con queso, pues uno mismo podría caer en ellas y ser asfixiado lentamente con el gas; igual duermen. Pensar implica creer y lo que miramos es creible al menos en el instante mismo en que lo vémos, lo que se piensa se piensa mejor cuando se mira donde se piensa, aunque solo haya una oscuridad inmensa que enegrese todo. Tratamos de dar veracidad a nuestros pensamientos colocándoles un marco con una enorme imágen, aunque sea completamente oscura. La certeza de los sentidos nos plantea la existencia...pero existen algunas ocaciones donde la realidad no puede medirse con la razón de los sentidos, os ojos ven pero la mente sabe que no ven y sin embargo vé. Escuha lo que no hay, siente otra cosa que no es, y es ahi, en ese punto donde todo puede pasar, donde las excepciones del tiempo reclaman su lugar en la realidad y la mente avanza dejando atrás cualquier sentido, cualquier certeza que pueda haber y se llama tormento, el juego de las posibilidades comienza y el tablero es inmensamente amplio. El sueño se ha ido

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