Nocturno de Día

lunes, junio 13, 2005

Promesa

-No- dijo la madre. Mientras el niño trataba inútilmente de detenerla por el brazo, esperando que si ella lo observaba solo un instante, tal vez se daría cuenta de por qué había que comprarlo.

Su peso era insuficiente para detenerla. La madre lo arrastraba ominiosamente como a un costalito de papas por la acera y la gente que pasaba los miraba de forma extraña. Se detuvo un momento para tomar aire debajo del sol de medio día. El niño aún seguía tirando de su brazo sin darse cuenta de que ella había parado, con los ojos cerrados luchaba heroicamente contra la determinación de su madre para no hacerlo un niño verdaderamente feliz.

La madre bajó su altura hasta el nivel de los ojos del niño quien la miró sorprendido y con una esperanza profunda en sus ojos.

-Cuando regresemos lo compro- le dijo al niño que asintió con un ligero movimiento de cabeza. Dejó de resistirse al movimiento de sus pies y caminó silencioso junto a la mujer bajo el sol del medio día.

Ese mismo día salieron juntos por la noche, cuando ni siquiera los gatos de los tejados cantaban sus canciones de altura y oscuridad. Los grillos se habían metido profundos en sus huecos para permitirle al silencio cubrirlo todo. Durante el sueño, antes de que lo arrancaran de sus imágenes de niño en medio de la noche, un grito cruzó su memoria estallando en cada rincón posible.

Sobre el asiento del autobús miraba el sol incendiar el horizonte que se extendía en una larga línea hasta donde la vista alcanzaba. Nunca olvidaría la visión de su primer amanecer, su primer despertarse el mundo con el rayo del sol. Pero una cosa turbaba su emoción más que ninguna otra en ningún otro momento de su corta infancia. Se preguntó por encima de todo, por encima del sol que flotaba inmenso sobre la nada; por encima de la brillante cabeza del hombre que dormía en el asiento de enfrente; por encima de las lágrimas de su madre que lloraba silenciosamente a su lado; por encima de mancha roja sobre el piso de su casa y el hombre que dormía junto a ella (a caso no sabría que cosa eran las camas); por encima de todo se preguntaba si su madre y él volverían a la calle aquella donde a medio día le compraría, lo que sin duda, lo volvería un niño más feliz.

1 comment(s):

no se xq pero este relato me dio miedo ...

By Blogger Bellota, at 5:39 p.m.  

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