Nocturno de Día

miércoles, junio 08, 2005

Oscuridad

Por encima de la oscuridad al fin te encuentro, respirando un sueño del que inevitablemente estoy lejos, separado de ti mientras toco tu piel embarrada de luna y noche. Siento el tibio aliento de tu boca que permanece un poco abierta mientras duermes. Ha sido largo el juego donde llega el aniquilamiento de eso que somos, de eso que significamos hasta llegar al fin, al punto donde no eres tú, y yo dejo de ser yo. El beso que ahoga en su húmedo acercarse nuestras individualidades que se aproximan más y más, mientras avanza la espera en un tiempo implacable que hay que evitar. Somos presas de una bestia que nos ha perseguido desde el primer instante, cuando en tus ojos de luto encontré ese país de sueños; un tiempo depredador nos acecha. Y corre su infinita carrera el reloj despiadado arrastrándonos entre sus patas de araña desesperada, entre su canto circular nos roba y nos atiene una y otra vez, hasta que nuevamente comencemos la lucha.

Pero una vez más entro a la realidad y comienzo a desesperar mientras la luz que se cuela entre las cortinas te pinta el pecho en destellos rojizos. Solo somos instantes, que no podrían construir nada, porque para ello se necesita más, un tiempo constante al que no estamos unidos y a caso nuca sea así. Tú avanzas en la cara de la realidad a la que perteneces, mientras yo ando el lado opuesto, los encuentros se reducen infinitamente imposibles e inevitables. Ahora mismo te encuentras inmensamente lejos frente a mí, rodeada de esos sueños donde tal vez no existo, donde tal vez no existes. Y giramos contrarios esperando sin saberlo, sabiendo.

Llegara el día que nos liberará, la mañana donde estarás dispuesta a partir y en la que no haré nada para evitarlo. Te vestirás con los rastros de la noche, te armaras con lo que rescates de tus sueños y seguirás una vez más sin mí, mientras yo me quedaré cargando tu recuerdo entre cada café y cada camino, esperando como siempre que me necesites como tal vez nunca te necesitaré; esperando que vuelvas a descargar como una nube tus lluvias sobre mi tierra seca, implacable tormenta.

Corre y corre la manecilla sobre su centro, y la oscuridad que respiras es espesa y pesada. Con el cigarrillo como antorcha rescato rasgos inciertos de la habitación, una silla emerge de pronto desapareciendo tras el humo; ahora una mesa se asoma; surgen como tortugas inmóviles tus ropas sobre el suelo y una vez más desaparecen tras la noche. Te miro quieta un instante, y desapareces. Sigo a tientas el llamado de tu respiración, como un ciego que busca el mundo que frente a el existe, voy a tientas persiguiéndote, sin saberlo te he escogido una vez más, no hay nada que puedas hacer mientras avanzo lenta e irreparablemente hacia ti. Extiendo mi mano sobre tu cuerpo encontrando tu vientre que ahora mismo se hunde dulcemente, lo siento llenarse nuevamente y de pronto me adviertes acariciando torpemente el nacimiento de tu seno; subiendo poco a poco por tu hombro hasta encontrar tu cuello y entonces lanzas tu cuerpo contra mí. Sin tratar de evitarlo empujas suavemente la totalidad de tu piel contra la mía y ciegos ambos reconocemos el individuo que sortea suavemente la figura del otro, construyéndolo por debajo de la noche que se extiende sobre cada rincón. Tus manos recorren mi espalda bajando suavemente, contracciones rítmicas me envuelven en su oleaje profundo en donde pacientemente chocamos; ola y arena que se encuentran y fluyen su eterno reconocimiento de aniquilación ancestral. Entro en ti, mujer noche, mujer invisible, cuerpo tibio sumergido en la oscuridad. Me resguardas del mundo, me sumerges en tus aguas sin tiempo ni espacio, donde todo es posible y no existe nada más que tu calor de nacimiento nuevo. Como una flor radiante en medio de una imposible oscuridad te encuentro y un calor proveniente del principio del universo nos envuelve y cobija. Te alejas y vuelves en un choque donde lentamente hayamos nuestras destrucciones mutuas. Queda poco de mí y de ti, y en medio del espacio quedamos los dos como uno, fundidos en una sola respiración, en un solo aliento ardiente. Siento tu piel fundida en mí y quedamos suspendidos durante un instante perfecto lejos del tiempo, lejos de lo que eres y lo que soy, de nuestras significaciones hechas trizas y polvo, ubicados como uno, apartados de todo, apartados de nada.

Pero el instante termina y todo vuelve a ocupar su espacio, regresa la realidad a reclamarnos y a situarnos sobre los ejes del tiempo indomable una vez más. Pronto regresas a tu país de sueños, mientras te observo nuevamente bajo la diminuta luz del cigarrillo.

2 comment(s):

esta muy padre tu relato, esperare el proximo! :)

By Blogger Bellota, at 5:33 p.m.  

Creo que es un poco tarde pa´preguntar, pero... ¿qué pasó con la casa tomada?

By Blogger Sofía, at 2:25 a.m.  

Post a comment

<< Home