Nocturno de Día

lunes, octubre 24, 2005

Hoy

El hombre mira el reloj por cuarta vez. Desde el fondo un sonido húmedo y profundo debora el bolero que suena en las bocinas viejas de la estación. Un vientecillo repentino le alborota el cabello (mira de nuevo el reloj). De pie frente al tren que ahora cierra las puertas, asoma la cabeza trantando de verla llegar desde algún otro vagón. Con las manos metidas en los bolsillos del abrigo oscuro mira el lento avance del tren que de a poco se vuelve una luz alejandose en la oscuridad del túnel. Busca otra vez el reloj de cifras rojas que cuelga a la mitad de la estación (sabe que es tarde antes de encontrarlo con la mirada), es tarde; pero siempre ha sido así, siempre tarde. Acostumbrado a la espera renuncia a su entorno, fija la mirada en el espacio que forman sus pies en el mármol gris del suelo (vetas blancas y grises; algunas negras y a veces rojas). Escoge de entre todas la que baja repentinamente hasta el talón y despues avanza paralelamente a las lineas horizontales hasta llegar al limite del siguiente rectángulo que por casualidad tiene una linea de las mismas caracteristicas por la cual avanza y sube hasta el siguiente donde un zapato de mujer interrumpe la linea que sigue debajo.

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